(No sabía cómo sacar adelante este boletín. Si hacerlo de mil palabras o de diez mil. La cuestión es que hoy te voy a hablar de los tejemanejes que se trae Adam Silver entre manos. Son tantos y tan importantes que no quería dejarme nada en el tintero ni resultar un plomo soltando un testamento. Te dejo con el resultado).
No sé si lo sabías, pero McDonalds, la multinacional, no es un negocio de restaurantes. Es un negocio inmobiliario disfrazado de restaurantes. Simplificándolo mucho McDonalds llena sus arcas con lo que cobra de alquiler a sus franquiciados y el lucro marcha viento en popa para sus accionistas.
¿Qué es la NBA? ¿Una competición deportiva o un negocio?
La NBA es un negocio disfrazado de competición deportiva y como tal sus dirigentes —comisionado por un lado y sus ‘jefes’ dueños de las franquicias por otro— han de vigilar la parte del negocio casi más que la sección deportiva. Por tanto es lógico que haya propietarios a los que les resbale ver que sus equipos sumen 60 victorias en tres temporadas y que Adam Silver pase más tiempo atendiendo reuniones y el correo electrónico que viendo partidos.
«Ya sabemos que lo que vendemos a nuestros aficionados es competición».
¿Cuáles son los principales frentes de Adam Silver ahora mismo?
Venta de los Suns
Obligado por la sociedad civil a vender los Suns, Robert Sarver ya escucha propuestas económicas para deshacerse del equipo que compró en 2004. 401 millones fue el precio de adquisición, pero solo 200 tuvo que poner de su bolsillo —junto a otros socios—. Ahora se espera que la venta de la franquicia se haga por un total que ronde los 2.500 millones de dólares, de los que aproximadamente un 40% serán para Sarver. No le va a salir mal el periodo de reinado en Phoenix.
Como a Silver. Que la NBA se haya escapado de rositas en este asunto no sé si es un milagro o una jugada maestra por parte de los que gestionan la liga. Desde hace años se sabía que Sarver era una persona repelente. Fue votado como el peor propietario de la NBA cuando LeBron todavía estaba en Cleveland. Se cortaba las uñas mientras tenía reuniones de alto nivel a través de Zoom durante lo peor de la pandemia. En un funeral de 2021 presumió de que uno de sus socios en los Suns perseguía a mujeres sin parar y que los hijos de éste se estaban acostando con las cheerleaders del equipo. Y más cosas que casi prefiero no reproducir. Asqueroso.
La NBA no debe seguir tapando a dueños que hayan actuado como si las franquicias fuesen su cortijo y los empleados —no hablo de jugadores— equivaliesen a animales, máquinas u objetos. ¿Cuándo veremos el próximo caso Sarver? El problema es que el conflicto de intereses es flagrante ya que son los propietarios los únicos que tienen derecho a vetar a otro. Nadie quiere fastidiar al socio salvo que se demuestre con pruebas fehacientes que ese socio la está cagando. Además debe existir cierta tracción social que empuje a defenestrar a un propietario para que el resto del grupo actúe ya que si no es así continuarán mirando a otro lado.
Aquí en España esto nos puede quedar un poco lejos, pero en Estados Unidos no. Va a haber un próximo caso Sarver con total seguridad. Debe haber mucha mierda debajo de la manta en algunos despachos.
Tanking
En realidad este tema ya está más que debatido. La NBA personificada en Adam Silver dijo hace unos días que el tanking ha provocado «cientos» de reuniones internas. Tras tomar cartas en el asunto y confiar en el buen hacer, la liga lo único que hace ahora es vigilar y recordar al niño delante del colegio entero que si miente y no hace los deberes le pondrá un castigo.
Hace tiempo la NBA cambió el sistema de probabilidades para obtener el número 1 del draft. Desde entonces los tres últimos del curso tienen las mismas opciones, un 14% . Esta modificación ha funcionado relativamente bien ya que hoy en día no es tan ventajoso perder partidos como lo era hace diez años y además los equipos tienen el caramelo del play-in, pero de vez en cuando sale el tema a relucir porque es el cuento del nunca acabar: si un jugador como Victor Wembanyama está al caer habrá equipos interesados en reconstruir a partir de él.
Y como lo de Wembanyama pinta así de prometedor Silver se ha visto obligado a recordar cuáles son las normas de su casa. En privado durante una reunión con empleados de los Suns y en público en una entrevista en ESPN.
Que es un «problema muy serio», que lo van a vigilar «con particular atención este año», que han «avisado a los equipos», que «el draft es un buen sistema», pero que «los equipos son cada más inteligentes y creativos» y que por tanto la liga responde a cada movimiento que hagan ellos buscando siempre si hay una mejor solución a la actual.
Incluso se atrevió a mencionar el sistema de descensos que existe en Europa como ejemplo de fomentar la competición. Un brindis al sol tratado internamente por la NBA en sus reuniones, algo que una vez filtrado le obligó a explicar que lo dijo por decir. Lo de los descensos en la NBA es más improbable que una bajada de impuestos en cualquier país.
«No estaba hablando totalmente en serio sobre lo de los descensos, no tenemos el mismo sistema que el fútbol europeo y no tendría sentido enviar a un equipo NBA a la G League y a uno de la G League a la NBA».
Ya, qué me vas a contar, Adam Silver.
Al menos, insisto, la situación está en mejor punto que hace una década. Equipos como Jazz o Spurs han empezado ganando. Los que están condenados al fracaso como Rockets o Thunder no tienen todas consigo respecto a Wenbanyama. Y para los que la temporada se tuerza por lesiones, falta de química o plantilla insuficiente no les resultará tan sencillo sacar los tanques ya que con el play-in en juego es raro que el undécimo o duodécimo de cada conferencia no lleguen a marzo con opciones.
(Suerte tienen los Lakers de no tener este último dilema. Su primera ronda de 2023 está en manos de los Pelicans, quienes pueden optar por cambiársela si la suya es peor. Tendrán que pelear por play-in hasta las últimas consecuencias).
CBA
¿Recuerdas la palabra lockout? Yo sí. Se me ponen los pelos de punta cada vez que la leo. Qué mal lo pasamos en 2011 cuando se paró la liga durante más de cinco meses. El de 1998 no lo viví desde el lado profesional, pero también fue horroroso y de hecho me empujó a dejar de seguir la NBA por un tiempo.
No quiero asustarte ni ser alarmista. No se avecina lockout a corto plazo, pero el actual convenio colectivo (CBA) expirará al término de la temporada 2023-24. Al CBA vigente le quedan veinte meses de vida y hay que negociar otro. De hecho se está negociando ya, porque ambas partes pueden optar por salir del acuerdo actual el 15 de diciembre, dentro de nada.
¿Qué novedades tendrá el nuevo CBA?
Todo parece indicar que a partir de 2024 se podrán presentar al draft jugadores de 18 años, lo que provocará el retorno del salto desde el instituto a la NBA —a la Kobe Bryant o Kevin Garnett—, más fuga de talento europeo joven hacia América y potenciación de la G League.
La posibilidad de que la salud mental sea tratada como una lesión física de cara al estado de un jugador en el parte de lesiones, para evitar situaciones como la de Ben Simmons el curso pasado.
Casi está descartado un hard cap (no poder saltarse el límite salarial bajo ningún concepto) ya que los jugadores no lo permitirán de modo alguno, pero algunos propietarios quieren cambiar el modelo: unos buscan mayores penalizaciones mediante un impuesto de lujo más punitivo ahora que el dinero fluye que da gusto; otros —como los de los Warriors— lo que quieren es que haya menos castigo económico para los que se salten el límite salarial con jugadores que hayan elegido ellos mismos en el draft.
Dinero a largo plazo para los jugadores en forma de inversión. La NBPA busca establecer mecanismos que no existen en la actualidad para que los jugadores que engrandecen la liga año a año reciban dinero mucho más allá de cuando cuelguen las botas. No se trata de obtener una pensión, que ya la tienen; se busca que haya grandes fondos de jugadores que les permitan beneficiarse del futuro crecimiento de la NBA además de poder participar en los procesos de compra de franquicias que salgan al mercado. Las acciones de toda la vida.
Este cuarto punto requerirá de que ambas partes tengan idea de lo que viene en los siguientes años, que es…
El dinero de la tele
El actual acuerdo de los derechos de emisión de los partidos —en televisión y otras plataformas— está firmado hasta 2024-25, un año más que el CBA. También se está negociando su renovación y raro sería que no supiésemos el próximo verano cuánto dinero va a dejar en las arcas de la liga cada año. Estas cosas no se dejan para última hora. Será muy superior a los 2.700 millones de dólares que recibe la NBA por temporada hoy en día.
Pese a la idas y venidas con el tema de las audiencias la realidad es que la NBA sigue creciendo y que es una de las competiciones más seguidas en la franja de edad de que abarca de adolescentes a cuarentones consumistas. Los imperios mediáticos quieren estar ahí, desean contar con la NBA en sus parrillas de emisión o cómo se llame ahora al catálogo de productos que sirven para vender suscripciones y publicidad.
La puja va a ser elevada. El salto que experimentará el límite salarial a partir de la campaña 2025-26 será tal que veremos a muchos jugadores con contratos de 20 o 30 millones de dólares anuales como auténticas gangas. ¡Wiggins!
La expansión
Y llegamos al final y uno de los puntos más interesantes. La próxima expansión de la NBA. Llevamos años hablando de la vuelta de los Sonics a Seattle. De un nuevo equipo en Las Vegas, Kansas City, Saint Louis o Ciudad de México. ¿Por qué no ha ocurrido ya?