Al César lo que es del César
Hay un equipo que va 76-20 esta temporada. Un 76-20 significa que básicamente has ganado ocho de cada diez partidos jugados.
Un porcentaje de éxito de locura.
No es el mejor dato de la historia, pero tampoco es que esté a años luz del 85-14 con el que los Warriors se plantaron en las Finales de 2016.
Vamos, que llegar a unas Finales NBA con al menos 76 victorias a tus espaldas es algo extraordinario. Y raro. Desde que la primera ronda se juega a cuatro partidos (2003) solo lo han conseguido súper equipos como los Warriors (con y sin Durant), los Celtics y Heat en versiones Big Three y los Lakers de Kobe y Pau. Nada más.
Ese conjunto al que me refería en la primera línea de este boletín son los Celtics. Quienes además de ganar mucho han terminado la temporada regular con el mejor ataque jamás registrado y el quinto mejor margen de diferencia entre puntos anotados y encajados de toda la historia de la NBA.
Estamos hablando, por tanto, de un auténtico equipazo al que se le ha hecho poco caso en estos playoffs.
¿Por qué? Porque han arrasado el Este. 4-1. 4-1. 4-0. No han cosechado un 12-0 porque no han querido y porque hubo un día en que los jugadores de Miami no hubiesen fallado triples aunque hubiesen colocado la canasta a siete metros de altura.
Pero ese 12-2 también puede dar lugar a narrativas alejadas de la realidad. A que los Celtics «no han tenido rival en el Este». A que los Celtics, si ganan el título, lo harán porque «al fin y al cabo los Mavs solo fueron quintos del Oeste y han tenido el camino más fácil de la historia de los playoffs».
No, chato. No podemos decir que los Celtics son buenísimos y que sus rivales unos pelaos.
Los Celtics llevan en playoffs un ritmo de victorias similar al que