Sergio Andrés.
A solo unas horas de que arranque el tercer partido de las Finales, todo son halagos hacia los Golden State Warriors. Su enfermería, llena hasta la bandera, se lleva los titulares pre y post partido mientras los periodistas de todo el mundo (servidor incluido) alaban sin parar la labor de un Steve Kerr que lleva cinco años moviendo piezas al más alto nivel.
Y la pregunta que me hago hoy es la siguiente: ¿han destruido los Warriors ya a su rival más fuerte?
Ayer, al teléfono con Juanma Rubio, excompañero en Diario AS (exjefe también, ahora solo amigo), repasamos de arriba a abajo lo que han sido hasta el momento los playoffs 2019. Y a los dos se nos fue la cabeza directamente a los 14 minutos finales del quinto encuentro entre Warriors y Rockets, los 14 minutos que pasaron desde la lesión de Kevin Durant hasta el final.
Él se iba a las barbaridades defensivas y al carácter de Draymond Green (esa dieta milagrosa) y yo a los puntos salvadores de un Stephen Curry que hasta ese momento estaba medio desaparecido en combate. Fueron esos 14 minutos del quinto, con 2-2 en el marcador de la serie y Durant fuera, los que marcaron los playoffs en el Oeste (puede que incluso decidieran el próximo campeón). Y por el camino igual destrozaron para siempre el proyecto que ha sido para muchos la gran esperanza anti-Warriors, su rival más fuerte (no llamado LeBron) en la era Kerr.
Desde su derrota en el sexto partido, y con el séptimo de las Finales del Oeste 2018 aún en la mochila, Houston se ha convertido en una máquina de generar rumores. Algunos provocados, sin duda. Pero otros no tanto y muchos de ellos bastante desconcertantes.
La situación
Primero salió que Harden y Chris Paul habían discutido tras el sexto y que en el equipo había varias voces que pedían dinamizar el ataque Hardencentralizado. Después, Wojnarowski publicó que el equipo entero estaba sobre la mesa, disponible para posibles traspasos, y saltaron todas las alarmas. ¿Qué narices van a hacer?
Días más tarde, el superultrahiperagresivo Daryl Morey matizó que, si bien estaba buscando todo tipo de opciones de mejora, los jugadores clave volverían. Y lo último de hace tan solo unas horas es que Marc Stein ha publicado que en Houston están buscando 'activamente' traspasos por Clint Capela, Eric Gordon y P.J. Tucker, y que asumen que al menos uno de esos tres jugadores no estará con el equipo cuando arranque la próxima temporada.
Todo esto mientras Mike D'Antoni, que quería extender su contrato con Houston (acaba la próxima temporada), rompe sus negociaciones con la franquicia. En fin, que hay lío. Lío gordo.
Entiendo perfectamente que Morey tiene que ponerlo todo sobre la mesa para intentar mejorar (tiene atado hasta 2022 a uno de los mejores jugadores del mundo), no le queda otra. Y más aún si en esa mejora espera deshacerse del contrato de Chris Paul (más de un caramelo habría que colocar a su lado en la rampa de salida para que alguien pique en ese gancho). Pero lo cierto es que, más allá de que explorar todas las opciones es lo normal, si P.J. Tucker o Eric Gordon terminan abandonando el equipo este verano, yo no entiendo lo que significa la expresión 'jugadores clave' en Texas, porque ambos son complementos perfectos para Harden y jugadores que encajan perfectamente en lo que siempre hemos pensado que se necesita contra los Warriors. Dos de dos, vamos.
Veremos. Veremos si los Rockets explotan o no explotan y si se vuelven a cruzar o no en el camino de los campeones (se han cruzado cuatro veces en los últimos cinco años y las han perdido todas). Pero, en cualquier caso, la realidad es que el golpe asestado por los Warriors en esos 14 minutos sin Durant parece haber situado definitivamente a los Rockets al borde del precipicio, sin saber muy bien cómo dar el siguiente paso.
¿Han destruido para siempre a su rival más fuerte?
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Sobre la situación de los Houston Rockets, me recuerda mucho a lo que dijo Theo Epstein, GM de los Chicago Cubs, cuando a principio de temporada explicó que todos los jugadores del equipo estaban en venta.
Nota: Theo Epstein es un Dios en el mundo del béisbol, acabó con la maldición del Bambino de los Red Sox y con la de la Cabra de los Cubs, se dice que lo único que le queda por hacer para superar esto es ser presidente de USA, todo lo demás será menor.
Luego lo explicó, todo está en venta si se le da a cambio jugadores que hagan mejorar su plantilla, no que vaya a regalar nada, como se podía intuir de su primera declaración, cuando algunos hablaron de reconstrucción. Al final se quedó con lo que tenía, y están liderando su división en la MLB. Casualmente su entrenador, Joe Maddon, entraba en su último año y no le han dado un año más, como en el caso de Houston.
Creo que esto puede ser algo parecido, si traspasan a P.J. Tucker o Eric Gordon será si consiguen algo mejor que ellos, en caso contrario no lo harán, eso pienso. Sería un error desmantelar un equipo que tiene recursos para llevarse el anillo.