Lo de Wojnarowski
A estas alturas de mi vida no todas las noticias de la NBA me interesan.
Unas lo hacen un poco, como la de que parece ser que Michael Jordan ha vendido su casa de Chicago. Más de una década oyendo hablar de que la casa de Jordan está en venta, sube de precio, baja de precio, no se vende, tiene un 23 gigante en la valla de la puerta, etcétera. Esta semana, por fin, alguien ha firmado un contrato de arras para comprarla.
Me atrae esa noticia porque así ya no volveré a leer la misma noticia una y mil veces.
Otras, sin embargo, me impactan y captan mi atención desde el momento en que las conozco. Ayer supimos que Adrian Wojnarowski, el súper periodista que todo lo sabía y casi todo controlaba en la NBA, se retira de de los medios de comunicación.
Parte de su comunicado sorpresa:
Crecí como hijo de un trabajador de una fábrica a dos millas del campus de ESPN y solo soñaba con ganarme la vida como escritor deportivo. Hace treinta y siete años, el Hartford Courant me dio mi primer artículo firmado y nunca dejé de perseguir la emoción de seguir haciéndolo. Este oficio transformó mi vida, pero he decidido retirarme de ESPN y de la industria de las noticias. Entiendo el compromiso requerido en mi rol y es una inversión que ya no estoy dispuesto a hacer. El tiempo no es infinito y quiero pasar el mío de maneras que signifiquen más para mí.
Wojnarowski lleva revelando exclusivas o comunicados de prensa disfrazados de exclusivas durante bastante más de una década. Al principio lo hacía en Yahoo! Sports, publicando noticias que combinaba con artículos en los que vertía su opinión.
Luego fue pasando cada vez más tiempo en Twitter, red social en la que se convirtió en un mito con sus Woj bombs o su insistencia en decir las elecciones del draft minutos o segundos antes de que hiciesen públicas. Ya no había espacio para artículos. Solo tuits y alguna noticia de cinco párrafos.
Su influencia se iba extendiendo y su fichaje por ESPN en 2017 no hizo sino acrecentarla. Woj tenía contactos en casi todas las franquicias. Intercambiaba favores a cambio de información; ponía en contacto a general managers en paro y propietarios; sugería fichajes a diversas directivas; hablaba en programas de ESPN sobre rumores de fichajes que le encajaban a él y a sus contactos.
Nada de importancia en la NBA no pasaba por sus manos, algo que requería una atención constante a su red de soplones. Imagina por lo que ha pasado Woj en los últimos quince años, el periodo en el que Twitter lleva siendo el lugar donde se desvelan en primer término todas las noticias de alcance.
Veinticuatro horas, siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco días al año pendiente del teléfono. En enero, en agosto, en mayo, en septiembre. En lunes y festivos. En Navidad y 4 de julio. En Acción de Gracias y los sábados por la noche. En la cocina y en la ducha.
Probablemente no haya ido al servicio sin teléfono desde aproximadamente junio de 2008.
De The Athletic:
Wojnarowski transmitió a sus jefes de ESPN que estaba completamente agotado por las noticias incesantes que requerían que estuviera en su teléfono casi las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Wojnarowski les dijo que con la temporada de la NBA a la vuelta de la esquina, la idea de solo tener tres horas de sueño por noche para mantenerse al día con los últimos traspasos e información no era atractiva. Pensó que podría haber seguido una temporada más, pero el puesto en St. Bonaventure lo atraía más que las noticias de última hora.
¿Tres horas durmiendo al día? Me lo creo, porque durante once meses al año a este hombre a veces le hemos visto publicando noticias a las dos de la madrugada y hablando en directo en televisión a las ocho de la mañana.
Es un ritmo insoportable. Lo que me extraña es que haya llegado tan lejos y haya aguantado tanto. Ni siquiera siete millones de dólares anuales por salario y casi tres años más de contrato por delante le han animado a seguir.
Woj deja ESPN. Estaba quemado. Pero no tanto como para irse a pescar y jugar al golf. Nadie que lleva quince años en la cúspide de su profesión dedicándose en cuerpo y alma a ello, es capaz de frenar de golpe y dedicarse a ver la vida pasar.
Wojnarowski deja las noticias para irse a los despachos. Será el nuevo general manager de St. Bonaventure, su universidad de joven. El rol que tenga allí —fichar jugadores, poner en contacto a unos y otros, atraer inversión— no está claro de puertas para fuera, pero él bien sabrá lo que vaya a hacer desde ya.
Comentado lo anterior, toca mirar un poco más allá y tratar de averiguar si, además de por estar exhausto del ciclo insoportable en el que se han convertido las noticias en la era de los smartphones, hay algo más. Y en cómo esta retirada de las trincheras puede modificar cómo vamos a seguir la NBA.
Quiero recordar que Wojnarowski tenía tanto poder como para proponerse retos que parecen de ciencia ficción. Hace unos meses incluso se atrevió con la idea de poner en el banquillo de los Lakers a quién él consideraba más oportuno, retorciendo la realidad percibida hasta el punto de que muchos pensaban que solo podía pasar lo que él decía que iba a pasar.