(Nota introductoria: escribo «tendrán» en el título porque la franquicia de los Celtics aún no ha sido vendida. Hay principio de acuerdo, pero tiene que ser aprobado por la Junta de Gobernadores NBA este verano)
Por varios motivos la venta de los Celtics es un hecho fundamental para el futuro a corto y medio plazo de la NBA. Hablamos de la franquicia más laureada de la historia de la competición, del vigente campeón, del máximo favorito al título de 2025, de un proyecto deportivo que otros quieren copiar, de la cifra récord en la que se cierra el acuerdo y de las consecuencias que esta doble operación, la venta más o menos necesaria por un lado y la ilusionante y mareante compra por otro, conlleva para el resto de la liga.
Así que hoy, aquí, en 82 partidos, tu rincón NBA de confianza, solo se hablará de este tema.
La noticia en sí
Los Celtics cambiarán de dueños por 6.100 millones de dólares de valoración en, sobre todo, activos etéreos (la idea y negocio que representan el logotipo y nombre de los Boston Celtics) o temporales (jugadores y entrenadores actuales) ya que por ejemplo el TD Garden, un activo físico y tangible, no está incluido en la operación.
Tras ganar las Finales de 2024 y comenzar el verano, los actuales propietarios anunciaron que iniciaban el proceso de venta de la franquicia. Nada de secretismos ni medias verdades. Comunicado para anunciarlo al público y proceso de presentación de candidatos para elegir al mejor postor. Cuando lo que quieres vender lo desean tantas personas y es un producto tan atractivo, el proceso de venta no es el tradicional de buscar a un cliente y convencerle de que te de su dinero. Se cambian las tornas, de hecho. Los potenciales compradores, además de tener el bolsillo a rebosar, deben hacer un proceso digno de oposición a Notario.
El comprador aprobado y seleccionado como ideal «por cumplir todos los requisitos» para hacerse con el control es un grupo liderado por William Chisholm, un millonario de Massachusetts que dirige Symphony Technology Group, una firma de capital privado con diez mil millones en activos bajo gestión. Chisholm, según parece, es un fanático de los Celtics desde que era niño. Cuenta que su afición verde se instauró de por vida el día que cumplió siete años y lo celebró asistiendo a un partido en el Garden. (He tratado de comprobar si esta historia es cierta buscando su fecha de nacimiento, pero no aparece en ningún sitio de Internet).
El actual gobernador y CEO, Wyc Grousbeck, seguirá al mando de las operaciones del equipo hasta la temporada 2027-2028, lo que en principio anticipa una transición suave, salvo que se repita el despropósito que hemos visto en Minnesota entre Glen Taylor, Marc Lore y Alex Rodriguez (no creo) o la pantomima que ha sido lo de Mark Cuban en Dallas, que no pinta nada en los Mavs tras haber vendido sus acciones pese a que en su momento se dio a entender otra cosa. Los Grousbeck, familia que compró los Celtics en 2002 por 360 millones de dólares, dejarán la franquicia con un legado propio (miles de millones de beneficio) y colectivo (como mínimo dos anillos más y presencia en playoffs casi constante) brutales.
La cifra de venta no solo pulveriza cualquier récord anterior en la NBA, superando con creces los 4.000 millones que se pagaron por los Suns no hace mucho, sino que se convierte en la venta más cara de una franquicia deportiva en Norteamérica porque supera, por poco, el reciente cambio de manos de los Washington Commanders por 6.050 millones de dólares.
Ahora vamos con las explicaciones a lo sucedido y sus posibles consecuencias.
¿Qué supone esta operación para la franquicia?
A corto plazo, la venta en sí misma no debería generar cambios drásticos en el funcionamiento de los Celtics. La continuidad de Grousbeck al mando durante los próximos años debería ser una señal de estabilidad… si es que realmente se respeta este acuerdo tan extraño. ¿Qué sentido tiene que alguien se gaste ese dineral en un equipo y deje al anterior dueño que lo controle durante tres temporadas más en un mundo tan visceral como es el deporte profesional? No pondría la mano en el fuego a que Grousbeck vaya a ejercer su puesto con poder suficiente durante mucho tiempo.
Chisholm ha declarado su intención de no «estropear» lo que funciona, elogiando el trabajo de Grousbeck, Brad Stevens —director de orquesta— y Joe Mazzulla, con quienes ya ha mantenido reuniones durante estos meses. Que el nuevo dueño sea un fan céltico declarado podría interpretarse como un compromiso a largo plazo con la cultura de los Celtics. Que en este caso concreto no es que sea necesario ya que nadie va a especular con la posibilidad de que los Celtics cambien de ciudad como sí ocurre en otros procesos de venta (Sacramento o Seattle hace años; Dallas ahora), pero que no está de más que las conexiones del dueño con la ciudad sean fuertes a nivel económico y emocional, vaya.
¿Por qué venden los Grousbeck?
Parece ser que la planificación familiar del patrimonio es el motivo principal ya que Wyc Grousbeck no estaba por la labor de vender. Irv Grousbeck, de 90 años, principal propietario, quería dejar su patrimonio más organizado y fácil de repartir entre los herederos. No es lo mismo dejar dinero líquido que acciones. El dinero es fácil de repartir. Las acciones de una franquicia en la que existen otros accionistas ajenos a la familia con mayor deseo de poder, como era el caso, suponen una situación más compleja a la hora de hacer el testamento y prever cómo se desarrollarán los acontecimientos.
Porque no debemos olvidar que quien ha actuado como propietario principal ante todo el mundo durante más de veinte años, Wyc Grousbeck, apenas cuenta con el 2% del accionariado. Su poder y presencia han estado respaldados no por sus acciones, sino por las de su padre. Si Irv hubiese fallecido sin vender la franquicia se podrían haber dado una serie de problemas que ahora ya no sucederán y de paso se embolsan miles de millones de beneficios, que no está mal si nos ponemos a mirar las cosas con ojo de contable.
Un detalle más: la edad de Irv Grousbeck ha sido el factor decisivo, pero el nuevo convenio colectivo también ha tenido algo de peso en la decisión de vender, lo cual explicó en el siguiente apartado.
¿Seguirá la plantilla actual?
Tema clave. No podemos olvidar que el dinero pagado por la franquicia y el dinero que hay comprometido con los jugadores es una parte fundamental de todo esto.
Los Celtics vienen de dominar la pasada temporada y ganar el anillo en 2024. Son los máximos favoritos para el curso 2024-25. Pero, ¡ay amigo!, mantener un roster de tal nivel hoy en día tiene un precio más elevado que nunca. No solo porque los salarios hayan crecido gracias a que la NBA no deja de agigantarse, sino porque las restricciones monetarias para formar plantillas cada vez son más grandes. Una de las formas de saltarse esas restricciones es pagando más y más impuesto de lujo, pero no lo puedes hacer sine die ya que de lo contrario puedes acabar arruinado.
El coste proyectado total para la plantilla Celtic del año que viene se cifra en unos 445 millones de dólares entre salarios e impuesto de lujo, lo que sería la mayor nómina en la historia de la liga. ¿Quién puede asumir el compromiso de pagar esas cifras un año tras otro? Si los Grousbeck no estaban dispuestos a ello —o no hubiesen podido aunque quisieran— habrían tenido que empezar a desmontar el equipo este verano.
Así que por parte de los Grousbeck la venta es un win-win a corto y medio plazo:
Conviertes tus beneficios latentes de dos décadas de inversión en dinero contante y sonante
No te comprometes a pagar un impuesto de lujo que se cuenta por más de cien millones anuales
Te marchas como campeón además de dejar la franquicia en una situación deportiva admirable
No eres el villano ante la afición que desmonta el equipo por tacaño
Resuelves cualquier disputa familiar de «yo quería el dinero para comprarme un ático en Lavapiés y tú, hermano, querías seguir jugando a ser el dueño de un equipo NBA»
Con el nuevo CBA, las penalizaciones por exceder los límites salariales (especialmente el segundo ‘apron’) son cada vez más severas. Esto significa que mantener un núcleo con contratos astronómicos como los de Jaylen Brown (extensión supermax que ha arrancado en 49,2 millones este año) y Jayson Tatum (extensión de 314 millones en total a partir del curso se viene) se vuelve una tarea cada vez más punitiva. Entre ellos dos percibirán más de 107 millones en la 25-26. Si a eso le sumas los contratos de Holiday, Porzingis y White (30 millones de media cada uno) pues échate a temblar.
¿Estará el nuevo propietario dispuesto a seguir desembolsando cantidades absurdas en impuesto de lujo? A medio plazo yo lo veo inviable. Por muy fanático que sea Chisholm, la lógica empresarial y los estómagos nerviosos ante fluctuaciones económicas podrían llevar a imponer recortes en algún momento para no lastrar la rentabilidad de la inversión. Como ya debes saber, para los propietarios la NBA es un negocio disfrazado de competición deportiva. Ellos no lo olvidan nunca.
¿Quién podría salir de Boston?
Especular con traspasos es un contenido facilón. No es algo que me guste hacer por haber servido para prostituir el contenido NBA hasta límites insospechables, pero es obligatorio desarrollarlo en un texto como este.
Alguna decisión de mucha importancia se tomará desde la dirección deportiva de Boston este año o el que viene. Si no ganan el anillo en 2025 habrá más razones de peso para tomar una determinación respecto al coste salarial; si lo ganan tal vez puedan demorar los movimientos seis o meses más. Pero tarde o temprano algún jugador actual podría salir traspasado o terminar su etapa en el equipo sin ser renovado.
¿Por qué? A continuación voy a exponer un ejemplo con estimaciones aproximadas que no son reales del todo ya que no se puede calcular a ciencia exacta puesto que para ello tendríamos que viajar al futuro y saber en qué cifra quedará definido el impuesto de lujo para la 25-26 y cuál será la cantidad total en nóminas de los Celtics el próximo año. Repito: estimaciones aproximadas.
Vamos allá.
Supongamos que se quiere renovar a Al Horford por la temporada 25-26. Supongamos que para ello se le ofrece un contrato de 10 millones (está percibiendo 9,5 en la actual). ¿Cuánto dinero real supone renovar a Horford? Desde luego que 10 millones, no. Muchísimos más.
Debido a las nóminas tan altas firmadas en los últimos tiempos por los Celtics, Boston se encuentra en tramos donde el multiplicador del impuesto de lujo es significativo. Una estimación aproximada sería asumir que esos 10 millones adicionales de Horford se gravarían a una tasa de al menos 4 a 1 (es decir, por cada dólar adicional en salario, se pagarían aproximadamente cuatro dólares en impuesto de lujo). Por lo tanto, una carga extra de 10 millones en la nómina del equipo podría generar un aumento adicional en el impuesto de lujo de aproximadamente 40 millones, si no es más.
Es en casos así cuando el nuevo propietario, que es quien firmará los cheques, pensará:
«Mmmmm… ¿Un año de un Al Horford de casi 40 tacos por 50 millones de dólares? ¿Y esto se supone que de cara al público lo está decidiendo el anterior propietario que se ha embolsado calentitos miles de millones mientras quien pone la pasta soy yo?»
(El ejemplo también se puede hacer con Sam Hauser ya que su contrato es de 10 millones para la 25-26).
Ahora supongamos que el nuevo dueño decide no pagar tanto impuesto y quiere quitarse un jugador o dos, lo que podría equivaler a ahorrarse decenas o incluso cerca de cien millones al año. Opciones:
Jrue Holiday (114 millones durante las tres próximas temporadas). Payton Pritchard crece mes a mes, es siete años más joven y cobrará 23 millones… en total durante las siguientes tres temporadas, hasta la 27-28 (salvo que siga mejorando y cuando sea posible extender su contrato, en la 26-27, se le decidan dar nuevas condiciones). Holiday extendió su contrato con los Celtics hace menos de un año, en abril de 2024. Ambas partes sabían y saben lo que hay. Tiene pinta de ser el máximo candidato a salir traspasado si es que sale alguien.
Kristaps Porzingis (30 millones para la próxima temporada). Será agente libre en 2026. Mmmmm…
Derrick White: 97 millones por las próximas tres temporadas gracias a otro acuerdo también reciente, firmado en julio de 2024. ¿Habrá quien prefiera mantener a Holiday en lugar de a White?).
Jayson Tatum: 314 glups millones hasta 2030 cuando tendrá 31 años. No le veo saliendo.
Jaylen Brown: si hubiese que elegir entre él y Tatum para quitar a uno del equipo tal vez sería más fácil emocionalmente (y financieramente de cara a su nuevo destino) prescindir de Brown y sus 236 millones comprometidos por los próximos cuatro años, pero lleva toda su carrera en Boston y fue el MVP de las pasadas Finales. Tampoco lo veo.
Sam Hauser: otro que firmó una extensión el pasado verano. 45 millones por cuatro temporadas. Recuerda el contexto: su media de 11 millones por año podrían ser en realidad 50.
Y de repente vuelve la vocecita a la cabeza de Chisholm: «¿Que dicen los de finanzas que Sam Hauser me va a costar 50 millones de dólares esta temporada? Va a ser que no. ¡Fernández, dígale a Grousbeck que se busque un nuevo pasatiempo porque está despedido! ¡Ah, y a Hauser lo metéis en el primer avión que salga hacia Nueva Orleans!».
Resumiendo:
De tener que tomar decisiones de traspasos entre los secundarios de nivel All-Star, Holiday es el que más papeletas tiene para salir por salario y edad.
De hacerlo con jugadores de tercer nivel Hauser sería el elegido.
Futuras renovaciones: Porzingis cumplirá 31 años en el momento en que sea agente libre en 2026. ¿Cuánto dinero querrá cobrar? Al Horford cumplirá 39 años en junio. Por muy bueno que sea y bien que se cuide, a medio plazo no se puede contar con que siga siendo un hombre alto crítico en la plantilla. ¿O sí porque resulta que es pariente lejano de LeBron James y no lo sabemos?
Brown y Tatum garantizan competir por el título con un mínimo de compañía. No tendría mucho sentido traspasar a uno de los dos, aunque después de locuras como la de febrero, ya no niego cualquier posibilidad.
Esto lo escribí en junio de 2024:
Entonces, si tirar más triples que nadie, tener más 3&D que nadie, defender a nivel altísimo sin tener que ‘esconder’ agujeros propios en defensa (Lillard, Curry) y no volverse loco por conseguir al MVP de turno mediante traspaso —los Celtics han podido meter a los Jays en cualquier operación que hubiesen querido por tratar de fichar a una estrella— es la fórmula del éxito, ¿por qué no copiarla?
Eso es lo que se preguntan muchos equipos en la NBA, si no es momento de replantear la estrategia. Juntar a tres estrellas ya no es que no valga para ganar (los Suns no aprendieron de los Nets, para sorpresa de nadie), es que económicamente resulta inviable por las nuevas normas de la NBA. Ahora, salvo que te toque la lotería con un Doncic, un Jokic, un Giannis, un Curry o un LeBron en el Draft, se trata de juntar a varios 3&D con dos All-NBA y algún All-Star oficioso. Pero claro, para hacer eso, hay que ser inteligente, trazar un plan e ir ejecutando los movimientos que tocan cuando surgen las oportunidades. Horford, White, Porzingis, Holiday.
Es probable que la misma fórmula se pueda seguir manteniendo pero con nuevos nombres secundarios. Brown y Tatum que sigan. De los apellidos Horford, White, Porzingis y Holiday habrá que cambiar alguno con nuevas oportunidades, como en su momento lo fueron ellos mismos cuando los Celtics, listos ellos, los ficharon.
El impacto de cara a la expansión NBA
La venta de los Celtics por estos cacareados 6.100 millones de billetes de un dólar tiene implicaciones que van mucho más allá de Boston. De momento eleva el valor percibido de todas las franquicias de la NBA. Si un equipo con la historia y el potencial de los Celtics alcanza este precio, ¿cuánto podrían valer otras franquicias importantes que tienen más audiencia, interés mediático y más ventas en merchandising tanto en Estados Unidos como en el mundo? Ejem, ejem, Lakers, Warriors. (Chicago si no estuviesen dirigidos por inútiles).
Y desde luego que el precio acordado y ese aumento oficioso del valor de una franquicia NBA a partir de ahora tiene un impacto directo en los planes de expansión de la liga que se han demorado más de lo previsto. Seattle y Las Vegas, que llevan años suspirando por tener un equipo en sus ciudades, más vale que sigan teniendo entre sus hipotéticos futuros propietarios a gente con buena chequera y mejor crédito bancario. Se ha establecido de facto un nuevo punto de referencia para las futuras tasas de expansión y ese punto de referencia se llama «se han pagado 6.100 millones por los Celtics».
Si antes se rumoreaban cifras considerables, ahora, con esta venta de los Celtics como precedente, no sería descabellado pensar en tasas de expansión que superen ampliamente los 5.000 millones de dólares por equipo. Como bien se comentó en su momento, una operación cercana a los 6.000 millones podría impulsar el precio de una franquicia de expansión a un rango de 7.000 a 9.000 millones.
Supongo que en la NBA retomarán el tema de la expansión en no mucho tiempo ya que estas operaciones son a años vista. Con el nuevo acuerdo televisivo firmado (77.000 millones), los Suns vendidos por 4.000 millones y los Celtics por 6.100, se dan las circunstancias ideales para plantear esta cuestión a fondo y que vuelvan los Sonics de una maldita vez.
En fin, que el interés por la NBA sigue creciendo pese a que la NBA está fatal y no la ve nadie según muchos.
¡Buen fin de semana!
—Elio