No seas como aquel señor de OKC
Ya han pasado muchos años desde que un señor con corte de pelo militar que vivía en Oklahoma City la cagó más de lo que la solía cagar cada vez que iba a la peluquería.
Fue una cagada tan bestial que tiempo después trató de solucionarla y le salió otra cagada aún mayor.
No creo que tú quieras parecerte a él, pero por si acaso voy a contarte su breve historia. Serán solo tres minutos y pueden ser tres minutos muy importantes para tu vida si con ellos evitas ser como aquel señor de Oklahoma City.
Vamos allá.
Conoces la NBA, esa liga de jugadores y no de franquicias. De estrellas y no de equipos. Son los grandes nombres los que deciden las temporadas y generalmente el campeonato se lo lleva el que más y mejores jugadores tiene.
Si en tu equipo están Durant, Curry y Klay tienes más probabilidades de ganar el campeonato que si tus hombres más destacados son LeBron, Kevin Love y el artista anteriormente conocido como J.R. Smith.
Está clara la idea.
Si eres dueño de una franquicia y quieres un anillo necesitas a varios grandes jugadores. ¿Y sabes una de las cosas que piden los grandes jugadores además de trato especial y casito? Dinero.
Es simple. Si deseas tener más posibilidades de ganar la NBA que otros equipos tendrás que rascarte el bolsillo.
Sin embargo hubo un señor que aprendió esta lección demasiado tarde. Y la cagó, ya te lo he dicho al principio.
Fue una cagada antológica.
Este hombre, Clay Bennett para los amigos, se encontró en 2012 con una situación curiosa. Era dueño de un equipo que tenía a tres futuros MVP, cosa que no se ha visto en no sé cuántas décadas ni creo que se vuelva a ver. Lo mejor de todo es que ninguno de los tres había cumplido aún 24 años y los Thunder ya habían disputado unas Finales NBA.
Estaban en el camino correcto. Qué demonios correcto. Estaban en el camino perfecto.
Tenía jugadores tan jóvenes y tan buenos como para establecer una nueva dinastía, como las de antes.
El futuro era brillante.
Los títulos llegarían uno detrás de otro.
Solo había que pagar las nóminas y esperar a que cayesen los anillos como fruta madura.
Pero Clay Bennett no hizo eso. Optó por la tacañería y traspasó a James Harden a cambio de dos paquetes de pipas. Pensó que para qué darle a Harden un millón y medio más de dólares por año como el chaval pedía si a cambio se podía ahorrar su nómina y de paso comerse un par de paquetes de pipas.
Fue un pensamiento conservador que para algunos tenía su lógica y más si las pipas eran del Piponazo.
Pero también fue una equivocación. Una cagada monumental de hecho.
Y como siempre suele suceder, tiempo después llegó el arrepentimiento, la reflexión y un nuevo error.
«Si hubiera pagado lo que era justo. Si no hubiera sido tan rata. Si hubiera sido un poco optimista. Si hubiese sido un poco menos duro de mollera». Imagínate cómo le estaban poniendo en casa su mujer y sus hijos todos los días. «Este hombre siempre tan tacaño», contaría su esposa a las amigas cuando se juntaban a tomar café por las tardes.
Clay Bennett había aprendido la lección mientras por el camino se había quedado sin Durant y sin un solo título que celebrar.
Cinco años después, en 2017, Bennett dio luz verde a una plantilla en la que estaban Westbrook, Carmelo Antony y Paul George. A por todas, se dijo. «A esta ronda invito yo. Esta vez no me ocurrirá lo mismo. Con tres estrellas ganaré la NBA. Cueste lo que cueste. Será por dinero, mirad que fajo».
Demasiado tarde, amigo Bennett.
La cosa no salió. Ni cerca estuvo. Eliminación en primera ronda de playoffs con un panorama para el siguiente curso, cuanto menos, inquietante: 160 millones en salarios más otros 160 en impuesto de lujo.
¿Sabes qué ocurrió a continuación? Que Bennett, despavorido, tuvo que deshacer aquel equipo que no iba a ningún sitio salvo a arruinarle a él. Primero regaló a Carmelo. Un año después aprobó el traspaso de Westbrook y George.
Se quedó sin grandes jugadores, sin anillos y con el maldito millón y medio de dólares por temporada que no quiso dar a Harden.
¿Moraleja? No seas como aquel tacaño de OKC. No renuncies a Durant, Harden y Westbrook por dos paquetes de pipas.
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—Elio
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