En Nueva York no se lo podían creer. Apostaría a que algunos aficionados se pellizcaban durante la pasada primavera. Tras crecer durante el anterior curso, los neoyorquinos estaban viendo al mejor equipo que habían tenido en todo el siglo. Después de un catálogo de temporadas horribles y ser el hazmerreir de la NBA, no es que algunos seguidores estuviesen viendo la mejor versión knickerbocker del siglo, sino la de toda su vida.
Los Knicks habían dejado de ser relevantes deportivamente con el cambio de milenio y lo de los últimos tiempos parecía un sueño no hace mucho. La llegada de Anunoby y los resultados iniciales con él en pista dispararon las expectativas hace poco menos de un año. Los Knicks ganaban y ganaban bien.
Su aventura terminó probablemente antes de lo debido, pero de forma digna y acorde a la leyenda de la franquicia: luchando hasta el último segundo con los pocos efectivos que se mantenían sanos. No lo recuerdo bien ahora mismo, pero creo que faltaban cinco jugadores de rotación en la última serie de playoffs que disputaron ante los Pacers.
El autor mira basketballreference.com.
Sí, efectivamente. Anunoby, Randle, Bogdanovic y Robinson estaban lesionados. Josh Hart jugó lesionado. Jalen Brunson se rompió la mano en el Game 7 contra Indiana.
No pasaba nada. Quedar segundos del Este durante la campaña y llegar tan lejos en playoffs como para quedarse a un partido de las Finales de Conferencia era un motivo de celebración para los seguidores de los Knicks y de aplauso objetivo para todos los que amamos la NBA.
Lo que sucedió después es que los directivos del equipo, viendo lo que tenían entre manos, apostaron a lo grande. Así llegaron las adquisiciones de Mikal Bridges y Karl-Anthony Towns entre junio y septiembre. No vamos a recordar ahora aquellos traspasos porque ni viene al caso para el texto de hoy ni se trata de evaluar nada tan pronto.
El hecho es que en New York decidieron que en 2025 querían luchar por el título y construyeron un equipo para ello, lo cual también es digno de alabar porque ir de amarrateguis puede estar bien para ciertos temas de la vida, pero no en el deporte. Los aficionados queremos emoción, lucha y comprobar que haya equipos dispuestos a todo, no medianías que se conformen con languidecer en diversos estados más o menos catastróficos tipo Chicago o Utah.
Antes de empezar la temporada 24-25, a la espera de ver cómo encajaba Towns, todos situábamos a los Knicks en la parte alta de su conferencia. Terceros los imaginé yo, logrando entre 50 y 55 victorias.
Comenzaron los partidos, el primero en Boston salió rana y cuando llevaban tres semanas jugando juntos todavía presentaban una marca mediocre (6-6). A partir de ahí el equipo comenzó a funcionar mejor, en parte debido a que Bridges ya no daba vergüenza en los tiros y llegaron más victorias que derrotas.
Estuvieron cerca de meterse en las semifinales de Copa y aprovecharon una racha contra varios equipos de baja estofa para ganar nueve partidos seguidos y poner distancia con el pelotón del Este. Ese 24-10 con el que inauguraron 2025 indicaba algo así como que habían encontrado la velocidad de crucero digna de un candidato, pero… siempre hay peros.