Sobre Pistons y Lakers
Unos no se lo creen; otros, preferirían no haber vivido lo de estos días.
Las buenas noticias primero en este caso.
Los Pistons están a nada de situarse en puestos de playoffs. Puede que cuando leas estas líneas ya lo estén, de hecho, porque su ritmo desde hace semanas es de ¿élite? Han ganado diez de los últimos doce partidos y en ese periodo:
Solo Cleveland y Oklahoma City han ganado más que ellos (11-1)
Tienen el sexto mejor ataque de la NBA
Van séptimos en net rating
Su marca actual, 21-19, primera vez desde 2018 que a mitad de temporada llegarán con marca positiva, les coloca en play-in, a tiro de piedra del último puesto de playoffs que ahora mismo está en posesión temporal de los Bucks (20-17).
Del 14-68 del año pasado, el peor balance de la temporada, a lo de hoy en día. El cambio es radical. Inesperado. Asombroso.
En su cuarta campaña como profesional y tras una extensión contractual millonaria no exenta de riesgo, Cade Cunningham (24,5 puntos, 9,4 asistencias, 6,6 rebotes, números este año solo al alcance de Jokic, Harden y LeBron, a los que suma un 38,2% en triples) crece mes a mes y se ha convertido en el líder indiscutible de este equipo a la hora de producir. Jaden Ivey también ha mejorado. Malik Beasley, Tobias Harris y Tim Hardaway no solo han aportado veteranía. Y J.B. Bickerstaff, amigo, ha cambiado el triste guion que Monty Williams, justa o injustamente en mi adjetivo, había decidido escribir.
Ahora los Pistons salen a ganar. Nada de poner plantillas vergonzosas en pista y fichar a más de treinta jugadores nivel G League por temporada.
Los resultados son tan sorprendentes que incluso en la zona noble de Detroit se preguntan qué hacer desde ya. Los Pistons son el único equipo con espacio salarial en estos momentos y esos 14 millones de dólares disponibles se suponía que servirían para recibir contratos tóxicos este febrero a cambio de futuras rondas del Draft.