★ Teorías de por qué la NBA está tan ‘mal’
¿Ya no ve nadie la NBA? ¿De dónde sale este debate?
Creo que nunca había vivido semanas como las del último mes. Semanas en las que, aparte de la actualidad NBA habitual y la culminación de la segunda Copa, el debate sobre la liga se centraba en el mismo tema una y otra vez.
No sobre las estrellas y lo bien o lo mal que lo hagan dentro o fuera de la pista. No sobre hipotéticos traspasos de jugadores. No sobre qué jugadores quedarán libres y cambiarán de equipo durante el verano de 2025. No sobre el futuro de la liga en cuanto al convenio colectivo o negociaciones sobre derechos de televisión. No sobre las lesiones que siguen azotando a las plantillas sin pausa. No sobre qué pasará cuándo se retire uno de los mejores de la historia.
Nada de eso.
Todo se ha centrado en la bajada de audiencias de la NBA. En cuáles son los motivos para que se haya producido esa disminución. En si el producto en sí es malo y o se toman soluciones o todo se irá al carajo.
Es cierto que las audiencias NBA han bajado en Estados Unidos… Al igual que también lo han hecho en otras ligas como el baloncesto universitario masculino y femenino, el fútbol americano universitario o la NHL. La disminución en la NBA respecto a los datos del mismo periodo de 2023 —desde comienzo de la temporada hasta mitad de diciembre— está entre el -19% y el -25% dependiendo de si además de ESPN, ABC y TNT queremos incluir a NBA TV.
La noticia de esa disminución de ojos pendientes de los partidos NBA emitidos en televisión fue ganando tracción hasta el punto de convertirse en una bola de nieve gigantesca. Ha pasado por medios de comunicación de todo tipo y en redes sociales ha tenido la viralidad suficiente como para que el algoritmo fomentase su crecimiento durante semanas.
Son malos datos los actuales, claro que sí, pero para todo hay un contexto:
Periodo electoral en EEUU, lo cual desvía la atención de muchos a otro foco.
Cada año que pasa menos gente ve la televisión.
Otro contexto que nos puede hacernos llevar las manos a la cabeza:
Los partidos NBA 2024-25 en el periodo indicado han tenido una media de 1,4 millones de espectadores en un país de unos 330 millones habitantes; lo cual puede interpretarse como nadie ve la NBA en EEUU.
Y tres hechos principales que no casan con los cuatro anteriores:
Nunca antes había habido tanta asistencia total a pabellones (22,5 millones), asistencia media a pabellones (18.300 espectadores), cantidad de capacidad de aforo cubierta (98%) y llenos totales (873) durante la temporada regular como en la 2023-24.
La NBA ha firmado durante 2024 un contrato con socios televisivos por valor de 77.000 millones de dólares por un total de once años, lo que supone multiplicar por tres el importe que las televisiones pagaban por temporada en el anterior acuerdo.
La NBA tiene más seguidores en redes sociales que cualquier otra liga deportiva en el mundo.
¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Por qué decimos —o escuchamos— que la NBA cada vez la ve menos gente, que los partidos aburren, que nadie ve la televisión y a su vez tenemos que casar esas afirmaciones con el contratazo que confirma que la NBA como producto televisivo vale al menos tres veces más que hace diez años, que cada vez hay más espectadores dispuestos a gastarse el dinero para estar en las gradas o que la NBA domina algo tan importante como el social media?
Yo tengo varias teorías para explicar este fuego cruzado entre unos y otros mientras, qué cosas, el negocio es boyante y crece de forma constante.
1. El efecto Burbuja
La NBA se metió en un terreno pantanoso con todo lo sucedido en 2020 que ya venía fragüandose desde finales de 2016. No me refiero a la pandemia en sí, sino a los hechos que explotaron durante aquel extraño verano en el que tuvimos NBA por primera vez en la historia.
Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, numerosas estrellas de la liga mostraron, por decirlo suavemente, su falta de sintonía con el nuevo presidente a lo largo de todo su mandato. En un tuit LeBron James llegó a calificar al presidente como un «vagabundo» aprovechando que Stephen Curry dijo que no iría a la Casa Blanca mientras Trump estuviese por allí.
Cuando empezó la burbuja de Florida, tras años de desencuentros entre las estrellas y Trump, veníamos de haber conocido el asesinato de George Floyd unas semanas antes. La conmoción que aquello causó tuvo su repercusión en Orlando. Vimos a jugadores arrodillados durante la interpretación del himno y la promoción constante del movimiento Black Lives Matter. Poco después la temporada NBA estuvo a punto de cancelarse de manera definitiva cuando Bucks y Magic se negaron a disputar un partido de playoffs a finales de agosto de 2020.
Algo de lo que escribí por entonces:
Los jugadores de la NBA no son estúpidos. Si están llegando tan lejos como para boicotear su propio producto —hay gente ‘muy blanca’ que se ha bajado del carro— ellos también van a sufrir las consecuencias.
Y así pasó en parte. Sí, desde hace unos años millones de personas en Estados Unidos asocian la NBA a movimientos de izquierda radical y la despellejan una y otra vez cuando es conveniente. Esas personas —o bots de redes sociales— critican sin piedad a la NBA en cuanto hay ocasión, como sucede ahora con la bajada de audiencias.
Conclusión: las criticas a la NBA, muchas de ellas fundamentadas, se ven agravadas por cuestiones que nada tienen que ver con el producto en sí.
2. ¿Dónde están las estrellas?
La NBA lo pasó mal en los 70. Era una liga racista, agresiva —jugadores peléandose de manera rutinaria: Kermit Washington casi llegó a matar a Rudy Tomjanovich de un puñetazo—, con graves problemas de drogas en muchos vestuarios y de escasa audiencia. Ya lo habrás leído mil veces: por entonces las Finales se emitían en diferido.
Aquello se enderezó gracias al trabajo de muchos, a las decisiones de David Stern y a la aparición de varias estrellas que tuvieron influencia más allá del deporte hasta el punto de convertirse en iconos de la cultura popular:
Magic y Bird definieron los 80.
Michael Jordan ES los 90.
Cuando Jordan se fue para siempre la NBA tuvo problemas ya que no había una cara en la liga capaz de continuar el legado de la Santísima Trinidad. Ni Shaq, ni Duncan, ni Iverson podían o querían hacerlo y para colmo el juego se había convertido en algo plomizo y triunfaban los tipos duros que lideraban las defensas mientras el talento ofensivo quedaba marginado.
Por fortuna para el destino de la competición, Kobe Bryant pasó de villano —Shaquille y Phil Jackson no le soportaban, fue acusado de violación— a héroe —MVP y doble campeón como líder junto a Pau Gasol y Jackson—; LeBron James sufrió una triple transformación a lo Pokémon que le llevó de promesa —instituto— a villano —perder en Cleveland y firmar por Miami— para posteriormente también convertirse en héroe —campeón en Miami y Cleveland—; en 2013 hicieron acto de presencia Stephen Curry y los Warriors como fuerza emergente.
Cuando Kobe se retiró en 2016 metiendo 60 puntos en su último partido a la misma hora que los Warriors sumaban 73 victorias —lo de la primavera de 2016 en la NBA no sé si se volverá a repetir alguna vez, aquello fue el peak NBA del siglo XXI—, los duelos entre LeBron y Curry apuntaban a convertirse en legendarios. El producto se vendía solo.
¿Qué ocurre ahora? Que las llamas de ambos se van apagando y sus equipos ya no están entre los favoritos al título. Ni pueden ejecutar las heroicidades rutinarias que hacían años atrás ni Warriors ni Lakers dominan el Oeste.
Ya no son la cara deportiva de la liga. Jokic, Giannis, Doncic, Tatum o Embiid han tenido mejores temporadas que ellos. Por detrás llaman a la puerta gente como Edwards o Wembanyama. Morant prefirió enseñar pistolas a coger un testigo figurado. Zion se perdió por el camino.
Pero a todos les falta algo. Los estadounidenses son demasiado jóvenes o demasiado especiales como para agradar a la gran masa; los nacidos fuera de Estados Unidos cuentan con ese handicap, haber nacido en Europa o África.
No hay una narrativa especial en Estados Unidos alrededor de los mejores del mundo ahora mismo. Jokic es el mejor y pasa del estrellato. Tatum es un soso. Embiid tiene varias características que le impiden ser la cara de la NBA. Tal vez los mejor situados sean Doncic y Giannis, pero volvemos a lo mismo: son de fuera.
No es de extrañar que LeBron y Curry, pese a su ocaso, sigan siendo lo más de lo más para el gran público. El duelo que ambos protagonizaron hace unos días en la jornada de Navidad ha sido el partido de temporada regular más visto en cinco años. Comparado con el mismo horario de Navidad 2023, un Heat-76ers, el crecimiento en audiencia es del 499%. Es una barbaridad.
Conclusión: si la NBA consigue encontrar a los herederos mediáticos de Curry y LeBron no habrá problemas en vender el producto. Que esos herederos estén ya jugando en la liga o no es algo que no se sabe.
Conclusión 2: si Lakers y Warriors se enfrentasen en playoffs las audiencias de esa serie reventarían datos recientes, como ya lo hicieron en 2022 cuando protagonizaron la serie de primera y segunda ronda más vista en diez años.
Conclusión 3: si LeBron se marchase a los Warriors o Curry a los Lakers, el interés en ver sus partidos alcanzaría momentáneamente territorio Jordan. No en cuanto a los datos ya que es imposible igualar las marcas de los 90 ya que vivimos en otro mundo, pero sí en cuanto a captar el interés popular.
3. Abundancia de imágenes
Tal vez ni siquiera lo de ser un extranjero trabajando en Estados Unidos sea suficiente para asegurar que las estrellas de hoy son menos estrellas que antes. O dicho de otra forma, que están más lejos de ser mitos como otros sí lo fueron.
Ser la cara de la NBA es hoy más difícil porque estamos hartos de caras NBA. Hace veinte años no existían Instagram, Twitter, Tik-Tok, YouTube o el League Pass internacional. En 2004 era complicado consumir resúmenes y no digamos ver muchos partidos. En muchos casos era misión directamente imposible.
Los que seguíamos la NBA por entonces, por mucho tiempo que empleásemos en ello, no teníamos tanta información e imágenes de ella como hoy en día. Ni punto de comparación.
Para los nacidos durante el siglo pasado la NBA ha pasado de ser un producto aspiracional muy complicado de ver a algo que tenemos hasta en la sopa. Hemos transitado de la época de la escasez a la de la abundancia. Somos humanos y como tales nos comportamos. Que antes hubiese disponibles pocas imágenes significaba que aquellas que veíamos, en 2004 por ejemplo, valían más para cada uno de nosotros; con un crecimiento exponencial de la oferta audiovisual, por fuerza le damos menos valor a cada imagen que vemos. Y esto vale para europeos y americanos.
Aquí viene el refrán «Lo poco gusta, lo mucho cansa».
Ejemplo con una canasta sobre la bocina:
En 1998: a lo mejor ni te enterabas.
En 2024: solo en la jornada del 26 de diciembre hemos tenido cuatro canastas ganadoras en segundos finales que hemos podido ver en directo y en diferido desde quince ángulos diferentes.
Conclusión: No hay escasez, hay abundancia. Cuando hay escasez todo parece mejor, más interesante, más exclusivo, único. Cuando hay abundancia, pues que más da lo de hoy si mañana habrá más.
4. Competencia
No me voy a extender en esto porque es algo que todos sabemos y hemos experimentado. La oferta de ocio hoy en día es infinita. Cosas que hoy existen y hace veinte años no:
Smartphones.
Instagram, Tik-Tok, Twitter, Facebook, Reddit.
Netflix, Max, Prime Video, etc.
YouTube, Twitch.
Spotify.
Steam, decenas de miles de videojuegos disponibles.
Viajes a menor precio.
Franquicias de todo pelaje en cada esquina.
Streaming de cualquier deporte profesional.
Hoy la Champions League tiene no sé cuántos partidos más que en el año 2000.
Hoy la Premier League tiene más atención que cualquier otra liga de fútbol.
Hoy la NFL es más importante en todo el mundo de lo que era a principios de siglo.
Hoy en el fútbol existen nuevas Supercopas, nuevos Mundiales de Clubes, nueva Liga de Naciones y torneos veraniegos de selecciones casi con más participantes que países existen.
Hoy se puede organizar un combate entre Myke Tyson versión abuelo contra no sé quién y tiene una audiencia descomunal.
Hoy el algoritmo cambia algo y millones de aficionados ni se enteran de que se juega la NBA.
Hoy te pones tres minutos a ver tus redes sociales y cuando te quieres dar cuenta ha pasado el mismo tiempo que lo que dura la mitad de un partido NBA. Pero en lugar de ver el partido has visto memes y publicidad.
Conclusión: la competencia por nuestra atención es salvaje y la oferta para los humanos es infinita. Todas las ligas deportivas o productos de cualquier tipo libran una batalla diaria por tener audiencia.
5. El streaming
Este apartado va a ser un párrafo. Cada vez menos gente ve la televisión. No voy a enlazar a doscientos sitios donde digan que el consumo de televisión viene bajando desde aproximadamente 2012. Los sabes tú, lo sé yo y lo sabe todo el mundo porque todos consumimos cada vez más contenidos de todo tipo vía streaming y no por televisión.
Conclusión: si cada vez menos gente ve menos televisión, es lógico que haya menos personas viendo partidos NBA por la vía tradicional. Ojo, eso no significa que los datos de audiencia deban bajar sine die; alguien queda viendo televisión.
6. La nostalgia
Dudaba si llamar a esta sección «El estilo de juego». Pero no, la voy a llamar «La nostalgia».
Los que contamos con una edad echamos de menos cosas del pasado. Situaciones, momentos, experiencias vividas por primera vez. A pesar de que nada de eso volverá, nos suele gustar tratar de revivirlo.
Una buena forma de seguir conectados con nuestro pasado es seguir el deporte profesional ya que todas las temporadas son iguales. Empiezan entre agosto y octubre, terminan cuando el primavera se confunde con verano. Vas asociando rutinas al ritmo del deporte. Lo que antes veías en casa de tus padres ahora lo puedes ver en la tuya propia. Si veías NBA el día de Navidad de 2005 podrás seguir haciéndolo en Navidad de 2025. Si esperabas con impaciencia la llegada de los playoffs en abril de 1996 podrás sentir algo parecido en abril de 2026.
¿Pero qué ocurre cuando van pasando los años y ya no conectas tanto con lo que ves? Que pierdes la pasión. Puede ser porque el estilo de juego de ahora no te guste, porque añores las camisetas con mangas, porque las estrellas de antes te parezcan mejores o por cientos de otros motivos.
Da igual. El producto te ha dejado de gustar y consideras que lo anterior era mejor, cuando sí te gustaba. No hay nada malo en ello. Pero eso no significa que lo de hace años fuese mejor, sino que a ti, en ese momento de tu vida, te gustaba más.
No trato de decir que lo de ahora es mejor que lo de antes ni tampoco lo contrario. Sé que la NBA ha ido evolucionando y que cada década ha sido diferente a la anterior.
La de los 90 y la de los 2010 son de mis favoritas mientras que los primeros años del siglo los considero un auténtico peñazo insoportable en lo que a nivel de juego se refiere. Habrá quien piense lo contrario. Entre aficionados y entre analistas.
Barkley o Shaq llevan diez años criticando el juego actual de la NBA. Su discurso ha calado. ¿Lo hacen por nostalgia? Probablemente. ¿Están en todo su derecho a que no les guste el juego actual? También, es lícito y real para ellos considerar que no les gusta tanto el juego actual.
Conclusión: en todas las eras encontraremos corrientes de opinión muy dispares sobre el estado de la NBA. La NBA actual tiene poco que ver con la de hace treinta años, motivo por el que puede haber una legión de seguidores insatisfecha con lo que ve ahora sobre la que en un momento dado fue su competición favorita. Es algo que probablemente ocurra en el año 2050 también.
7. Junio y julio de 2016
Lo he comentado unos cuántos párrafos más arriba: la primavera de 2016 fue el periodo más alto de la NBA en lo que va de siglo. El 73-9 de Los Warriors; el adiós de Kobe Bryant metiendo 60; la histórica remontada de los Warriors a los Thunder de Durant y Westbrook; la aún más legendaria remontada de los Cavs de LeBron e Irving a los Warriors en las Finales. Gente que no seguía la NBA quería ver aquel Game 7.
Sin embargo creo que lo que ocurrió en ese partido y lo sucedido días después alteró el futuro de la NBA para mucho tiempo y aún seguimos influenciados por ello.
Los arrolladores Warriors llegaron fundidos a final de temporada 2015-16. Perdieron el partido definitivo metiendo solo 89 puntos cuando en los anteriores seis choques contra Cleveland habían promediado 101,6, cifra que también se quedaba muy lejos de los 114,9 conseguidos durante la regular season.
Que Golden State perdiese el título tras ganar 73 partidos de 82 posibles hizo que mucha gente se riese de ellos; otros más reflexivos no se rieron, pero pensaron que el esfuerzo de ir a por el récord de los Bulls no mereció la pena visto lo que ocurrió a final de curso. Aquello, sin duda, dejó una herida muy fuerte en la temporada regular, probablemente para siempre. Si Curry hubiese jugado 70 partidos en lugar de 79 tal vez hubiese podido esquivar a Kevin Love. Si los Warriors hubiesen perdido diez partidos más entre octubre y abril no hubiese ocurrido nada y tal vez hubiesen ganado su segundo anillo seguido.
Lo cual nos lleva a…
Si los Warriors hubiesen alcanzado el título, puede que Kevin Durant nunca se hubiese marchado a Golden State y habría permanecido en Oklahoma City. La decisión de Durant transformó el panorama competitivo. Las revanchas de Warriors ante Cleveland fueron descafeinadas porque todos éramos conscientes, antes de empezar cada campaña, de que no había forma deportiva de frenar aquel poder. Solo las lesiones en las Finales de 2019 impidieron el tercer campeonato seguido en tres cursos de KD y Curry compartiendo equipo. La marcha de Durant por su falta de feeling en el vestuario de Oakland puso fin a aquel grandioso proyecto que dejó a la NBA sin alternativas durante casi tres años.
El coronavirus y las dos temporadas mutiladas debido a la pandemia —una de ellas casi entera sin público, las dos con menos partidos de los habituales, las dos con el calendario alterado— no ayudaron precisamente a «vender el muñeco» como decía nuestro añorado Andrés Montés.
Conclusión: cinco años de declive continúo en la capacidad de atracción de la NBA tras un pico de interés histórico y, ahora mismo, inalcanzable.
8. Jugadores que no sabemos ni dónde juegan
El verano de 2016 no solo trajo el cambio de equipo de Durant. Muchos otros firmaron nuevos contratos nunca vistos hasta entonces gracias a la entrada en vigor del nuevo acuerdo televisivo.
Decenas de jugadores cambiaron de camiseta, LeBron James empezó a firmar contratos cortos, los All-Stars hoy estaban en un equipo y mañana en otro, los mercados de traspasos se convirtieron en carruseles y algunas franquicias iniciaron planificaciones que los dejaban sin jugadores contratados a un año o dos vista. Llegó un momento en el que los aficionados eran incapaces de saber dónde estaban muchos jugadores o qué plantilla tendrían sus equipos. Y si una estrella vestía los colores que tú como aficionado defendías no te podías fiar en el medio plazo ya que en cualquier instante cabía la posibilidad de que forzase su traspaso; o que abandonase el proyecto en verano porque lo de construir un legado en una franquicia había pasado de moda.
Durant, Harden, Irving. Tres jugadores descomunales, entre los mejores de la historia. A veces nos cuesta recordar todos los equipos por los que han firmado. Su imagen para nosotros es la de jugadores históricos cuya carrera queda un poco desdibujada por tanto cambio de ciudad.
Russell Westbrook, Paul George, Jimmy Butler, Kawhi Leonard también son protagonistas de una era en la que el amor por los colores ha brillado por su ausencia mientras se enardecía que los jugadores mirasen por sus intereses ya que todo es un «negocio».
LeBron James ha sido, es y será demasiado grande, pero él fue quien inició todo esto con su salto a Miami en 2010, su retorno a Cleveland en 2014, sus contratos cortos para presionar a las directivas y su marcha a Los Ángeles. LeBron fue el pionero y otras estrellas siguieron su camino.
Conclusión: los aficionados quieren deporte, no «negocio». Los aficionados quieren un lazo emocional con los principales jugadores de sus equipos y no animar a estrellas mercenarias que solo están de paso. Esta circulación descontrolada de jugadores ha hecho daño a la NBA como competición deportiva.
Conclusión 2: podemos estar en los comienzos de una era que dejé atrás a la de los jugadores All-NBA mercenarios que solo permanecen con equipos durante ciertos periodos que les convengan. Embiid, Giannis, Jokic, Tatum, Brown, Doncic, Morant, Booker o Trae Young siguen en los clubes que les seleccionaron en el Draft y apuntan a hacerlo muchos años más. Haliburton y Maxey podrían ser los siguientes. Shai y Brunson han estado en dos equipos, pero a ambos los identificamos a largo plazo con Oklahoma City y New York. Esto es algo positivo para el interés emocional que pueda despertar la NBA.
9. Woj, los rumores y el mercado
El efecto ‘Woj’ de mover piezas de un lado a otro puede estar disolviéndose. Su retirada ha supuesto un paso atrás para el negocio de los rumores alrededor de la NBA. La influencia de Wojnarowski fue tal que pasamos de hablar solo del juego a básicamente hacerlo de futuros movimientos que en muchos casos ni se producían.
No lo hemos dejado atrás del todo porque los rumores venden y venderán, pero no solo se trata de que Woj ya no está: el nuevo convenio colectivo laboral se ha convertido en un serio problema a la hora de confeccionar las plantillas y plantear traspasos. Para los directivos ya no es tan fácil intercambiar cromos. Los jugadores ya no pueden forzar su salida con la ligereza que hacían antes y saben que tienen más dinero asegurado si permanecen en sus equipos iniciales.
Estamos en los albores del primer año sin Wojnarowski y de las cláusulas punitivas de todo tipo por exceder los límites salariales. El movimiento de jugadores, al menos el de las estrellas, será menor está década que la anterior.
Conclusión (a futuro): el aficionado NBA 2025-2030 va a tener una NBA más parecida a la NBA 2005-2010 en lo que a asociar a estrellas con equipos se refiere.
10. Boston es el problema
Última teoría para explicar el momento mediático actual de la NBA: existen los Boston Celtics 2024-25.
Los Celtics campeones en 2024, máximos favoritos al título de 2025 y en ritmo actual de intentar más triples que nadie en la historia de la NBA son el principal factor que viene alimentando el mensaje «la NBA es una caca» desde hace meses.
Esta teoría es muy personal, pero la considero como una de las más importantes en este momento. Creo que unos Celtics tan buenos, tan superiores para muchos equipos, tan probablemente inabarcables en una serie a siete partidos, están sirviendo de coartada para criticar el momento de juego actual.
Se vienen tirando más triples cada año desde que el mundo es mundo, pero qué casualidad, es este año cuando ya es insoportable para todos. Claro que los Celtics rompen moldes en el tiro exterior, pero cuando los rompieron los Rockets hace cinco años, los Warriors hace diez años o los Suns en 2007, nadie decía que había que salvar a la NBA.
Acepto que potenciales espectadores consideren que lanzar la mitad de los tiros desde el triple no les guste, no voy por ahí. ¿Pero por qué tiene que ser la mitad? ¿Cuando era un 40% sí era aceptable? ¿O lo máximo aceptable era que apenas un 20% de los tiros fueran triples? ¿Por qué no un 30%?
¿Por qué el baloncesto es más divertido si se tiran la mitad de los tiros mediante pull-ups a cuatro o cinco metros del aro?
¿Por qué el baloncesto es mejor si el 80% de los lanzamientos son de dos como hacían los Spurs campeones de 2003?
¿Por qué los que hemos estado relacionados con el baloncesto hemos tardado tantas décadas en comprender que 3 es un 50% más que 2?
¿Qué culpa tienen los Celtics de que el resto de equipos no sean capaces de defenderles de otro modo porque la defensa actual NO sirve ante un equipo así pese a lo que siguen empeñándose en darles los tiros que buscan una y otra vez?
De ahí mi teoría. Los Celtics de los ocho tiradores son demasiado buenos y son un problema para todos los que no van con Boston. Sino a santo de qué le preguntan a LeBron James por el enésimo intento de resucitar un All-Star muerto del que también él es culpable y responde:
«Se trata de algo más que el All-Star, es sobre nuestro deporte de forma general. Se tiran un montón de putos triples, hay que hablar de algo más que del All-Star Game».
Punto válido, LeBron. ¿Pero dirías lo mismo si en tus Lakers tuvieses de compañeros a Tatum, Brown, Holiday y White y tu entrenador Redick, amante del tiro exterior, los tuviese lanzando 45 o 50 triples por noche? ¿No lanzarías tú más triples si gracias a esos jugadores tan buenos que abren tanto el campo disfrutases de incontables tiros liberados desde el arco cada jornada?
Ya planteé hace unos meses está cuestión de forma abierta (¿Nos aburren los triples o nos aburren los Celtics?) y según pasa el tiempo cada vez estoy más convencido de que hasta que un equipo no elimine a los actuales Celtics, si es que sucede, la conversación sobre poner coto al triple no cesará.
Conclusión: si no existiesen los actuales Celtics y los que liderasen la clasificación de triples tirando 44 por noche fuesen los mediocres Chicago Bulls –dato a día de hoy— no habría tantos vídeos virales de «los triples están arruinando este deporte» ni LeBron diría que se necesita una conversación mayor sobre el estado del juego ni la gente diría que las audiencias bajan porque a nadie le interesa ver lanzamientos de tres. No tengo pruebas, tampoco dudas.
Los problemas reales
He expuesto diez teorías de por qué la NBA está como está ahora mismo, para bien y para mal. El camino recorrido y las decisiones tomadas por la liga y los jugadores nos han llevado hasta aquí, a un momento que ni mucho menos es malo.
Si la NBA tiene un problema ahora mismo no es que los tiros lejanos de dos se hayan convertido en tiros de tres. Hay más espacio, es más difícil defender, los jugadores están mejor entrenados, preparados y alimentados. Por todo ello es lógico que se intenten más triples y se anoten más puntos. Pero todo ha saltado por los aires con los Celtics. ¿Hay que cambiar las reglas para frenar a los Celtics o para evitar que el modelo Celtic se replique? ¿Y qué pasa si el modelo Celtic es imposible de replicar —por falta de talento y de capacidad salarial para juntar tanto bueno en un mismo vestuario— y se cambian reglas sin ser necesario?
Los problemas reales que tiene la NBA son otros y son de muy difícil solución. A saber:
Duración de los partidos. En la era de la capacidad de atención reducida a nivel ameba los partidos se hacen demasiado largos por excesivas revisiones arbitrales. Es necesario acabar con el coach challenge y tanta revisión. Si se solucionó lo de forzar tiros libres con la regla anti James Harden, lo de las revisiones del clear-path y se pitan menos faltas desde el pasado All-Star, lo cual ha mejorado el producto, sabemos que esto se puede atajar en cierto modo.
Las lesiones. Siguen acumulándose sin fin. No es que los jugadores de hoy en día sean más débiles que los de antes. Es que el ritmo actual de los partidos es mucho más exigente que el de hace décadas y el desgaste que sufren los cuerpos de los protagonistas es mayor pese a estar mejor equipados y preparados. Parece que hay que elegir entre descansar de vez en cuando o tener una carrera larga y eso provoca decepciones a corto plazo de manera constante.
Los 82 partidos y el load management. Creo que jamás veremos a un equipo ir a por 74 victorias (ver punto 7). Eso es un drama. Se tuvo que instaurar la norma de los 65 partidos disputados para optar a los premios individuales como forma de frenar el load management. Pero ni así hay solución. Entrenadores y jugadores saben que es mejor jugar 68 o 70 partidos que 82 porque así las opciones de éxito en playoffs aumentan. El público es consciente de que la temporada regular tiene menos importancia de la que se pensaba. La ventaja de campo se ha ido diluyendo con el paso de las décadas por diversos motivos (viajes más cómodos, comportamiento más vigilado del público, cámaras en todos lados para evitar cafradas arbitrales). Al haber mayor competencia por la atención del aficionado (vuelta al punto 4) es inevitable que la NBA busque soluciones para esto, como crear la Copa NBA. O monetizando el producto de otro modo mediante asociaciones con casas de apuestas, visualizaciones en redes sociales y canales digitales o venta de merchandising.
Pero no olvidemos, por favor, que la NBA, en cuanto a negocio, impacto y nivel de medio de jugadores rasos y estrellas está mejor que nunca. Que no paran de llegar jóvenes fabulosos cada año. Que existe riqueza táctica y ni mucho menos todos los equipos juegan igual. Que hay conjuntos fantásticos. Que no el éxito no se mide con las audiencias televisivas. Que el baloncesto y la vida evolucionan.
Buen fin de semana.
—Elio
Buen y extenso artículo Elio, y si le cambias cuatro nombre y parámetros, casi que también te iba a servir para otros deportes. ¿Acaso hay dudas de que el proyecto de Súperliga de Florentino no ha detectado muchas de las circunstancias que expones en tu artículo pero aplicadas al fútbol? (No voy a entrar en si estoy a favor o en contra, hablo del concepto en sí)
Los tiempos cambian, y desde hace unos años, a una velocidad de vértigo. Antes todo tenía su proceso, ahora cada año parecen 5. Las nuevas tecnologías, la manera de entender el entretenimiento en sí, la brutal oferta de ocio, la puta inmediatez y falta de atención, etc.
Con mis 46 tacos obviamente estoy más en el barco de la "nostalgia" que mencionas, que no en el del "correcalles-concursodetriples-nohaydefensa" actual. Y uno ya no sabe si pensar que es un jodido carca o que realmente el baloncesto actual no vale un duro (ves, un duro, soy un viejales, jajaja). Pero al final he llegado a la conclusión que (para mí), el punto medio es lo mejor en casi todo. Ni partidos de 76-78 entre Knicks y Miami, ni partidos cómo el Grizzlies-Raptors (155-126) del otro día. Ni diez mil plataformas de televisión, youtubers, streamings, etc, ni solo TV1, TV2 y la autonómica de turno. Ni el fútbol de pelotazo para arriba y vamos a partirle las piernas a Maradona con impunidad, ni el fútbol de que el portero tiene que tener mejor juego de pies que Butragueño, está prohibido sacar la pelota de la defensa de un pelotazo, y no se puede rozar a un jugador que ya es falta. Ni, ni, ni, ni, que puedo poner aquí doscientos ejemplos más.
Sinceramente creo que la NBA ya ha pasado hace rato del punto medio, y va a ser difícil reconducir la situación, más que nada porque los jugadores que suben están creciendo y viendo esto, y luego no les vas a venir con el "agacha el culo, defiende fuerte, postea cómo Barkley, lanza triple solo cuando estés liberado, etc". Van a querer tirar desde nueve metros, defender lo justo, correr mucho, y hacer un mate que les permita salir en los highlights, y ya de paso, llegar al vestuario vestido cómo un auténtico fantoche porque piensan que así son guais...
Repito, o hay cambios a corto plazo, o cada vez más la NBA y otros deportes van a perder al público que se hace mayor. No sé hasta que punto les importa si consiguen seguidores jóvenes y los números les salen igual, pero para nosotros es una auténtica pena. Mira tú que disfruto y veo muchos más partidos de Euroliga que de NBA, porque, aunque también se abusa bastante del triple), todavía ves buenas defensas, jugadas al poste, solidaridad atacando y defendiendo, etc.
Excelente artículo. Lo que no termino de entender es si los denominados “ratings” incluyen las visualizaciones por LP o plataformas de streamings. Por lo que expones intuyo que no, así que concluyo que todo evoluciona menos esa decrépita regla para medir la audiencia de televisión convencional, y extraer además conclusiones de ello. Añade además a todas las opciones de visualización las listas IPTV. La tajada de la piratería debe ser cuantiosa también.