Disputados los partidos de cuartos de final de la Copa NBA, tengo unas cuantas cosas que contar.
El árbitro
Detesto poner el foco en estos temas. No me gusta hablar de los árbitros. A algunos ni los conozco porque me molesto precisamente en eso, en no conocerlos. Para no poner atención en ellos e ir predispuesto a que lo vayan a hacer mal.
Pero si hay algo que no encajo bien en la cuestión arbitral es en la ausencia de consistencia en su modus operandi.
Los Warriors probablemente fueron eliminados anoche por una decisión absurda. Por esto. Por señalar personal en un balón suelto que debería haber sido salto entre dos. Decir que eso es falta supone de facto estar de acuerdo en que el 99% las luchas por balones divididos son falta de alguno de los que estén por el suelo pugnando por la bola. Es así.
De hecho ayer, bajo esos parámetros, se podía haber pitado falta en el anterior balón suelto que vimos un par de segundos antes de la falta personal de marras. Pero es que tampoco, porque nunca se pita de ese modo. Porque ayer los árbitros habían permitido el contacto y el juego físico —entre Houston y Golden State tuvieron veinte tiros menos de lo que ambos promedian— a lo largo de la noche ya que el duelo era digno de playoffs.
Es malo lo de anoche. Es terrible. En este caso ya no solo hablamos de un partido de temporada regular, que también. Hablamos de una eliminación de un torneo que da acceso a un título. A mucho dinero para los jugadores. A prestigio para la franquicia.
El caso es que los Rockets ganaron 91-90 y ya están en Las Vegas. Los Warriors no perdieron solo por ese castigo. Los dos tiros libres de Jalen Green, si acaso, fueron la puntilla. Golden State tenía el pasaje a Nevada al alcance cuando ganaba de siete puntos quedando poco menos de cuatro minutos, pero desde entonces solo fueron capaces de anotar un tiro libre —hay que dar crédito a la defensa de Houston— y el triunfo voló de sus manos.
Kerr y Curry estaban furiosos. No solo por lo ocurrido en los segundos finales, sino también por una clara falta a Curry no señalada minutos antes.
Curry:
«Podemos hablar de los árbitros todo el día, no es por eso que perdimos. Pero hay momentos en el partido, obviamente los dos últimos tiros libres y esa jugada, es un cambio de cinco puntos».
«Esas son jugadas claras que pueden dictar el resultado de un partido muy duro y de baja puntuación en el que le das a un equipo una posesión extra que no merecen. Por eso me estaba volviendo loco (a protestar). No les grito así a los árbitros. Fue una falta clara».
También: Curry no debería haber tirado tan pronto el triple que da opción al rebote y balón suelto. Ganaban de uno, restaban nueve segundos de posesión y doce de partido.
A Trae le pone New York
El Madison Square Garden, como cancha mítica patrimonio de la humanidad, ha visto casi de todo. Es un lugar que favorece las narrativas, las historias que van más allá del resultado de un partido. Los Knicks son un equipo histórico de la NBA, pero se recuerdan más veces las ocasiones en las que se han quedado cerca de hacer algo grande que los títulos con los que cuentan en su palmares, dos.
Grandes jugadores han impedido que en New York presuman de algún anillo más. Tim Duncan, Hakeem Olajuwon, Reggie Miller, Michael Jordan. Los villanos del Garden. Si no hubieran existido seguro que los Knicks tendrían más de dos campeonatos. Sus nombres siempre estarán asociados al imaginario neoyorquino.
El último en ser añadido a esa lista es Trae Young. No porque esté a la altura de los cuatro anteriores, que no, pero como venimos de dos décadas nefastas en la Gran Manzana y Young ya había dejado su sello en el Garden durante los playoffs de 2021, pues ahora se emparenta a Young con los monstruos citados unas líneas más arriba y ya tenemos nueva línea argumental.